Es justo evocar la figura del Obispo de Puy, Monseñor Enrique de Maupas, que se coloca entre los nombres importantes de quienes, después del Concilio de Trento, supieron aplicar fielmente sus directivas, para dar un nuevo ímpetu a la Iglesia.
Sin el aprecio y la acogida inmediata que le acordó este obispo, quizás el Padre Médaille no hubiera logrado que su Congregación sobreviviera.
Monseñor Enrique de Maupas du Tour, nació en 1606 en el Castillo de Cosson, cerca de Reims, propiedad que pertenecía a su familia, de alta nobleza.
Al terminar sus estudios en el Colegio de los jesuitas de Reims, sintió un llamado al sacerdocio. Por la muerte prematura de hermano mayor y según la costumbre de entonces, él adquirió el derecho a la herencia, derecho al que renunció en 1618 para seguir su vocación. Su apostolado sacerdotal fue fructífero desde el inicio.
Nombrado obispo de Puy, y siguiendo el consejo de San Vicente de Paúl que era su amigo, fue el primer biógrafo de San Francisco de Sales y se encargó de hacer avanzar el proceso de su canonización.
Monseñor de Maupas era un obispo de tiempos nuevo, amigo de los maestros de la espiritualidad de su época, verdadero pastor de su pueblo, atento a los más desfavorecidos.
En 1662 fue nombrado para el obispado de Evreux, en donde murió el 12 de Agosto de 1680. Sobre su tumba se escribió: "Padre de los pobres".
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