comprometidas en su seguimiento, en un camino pascual de muerte y resurrección.
"Las Hermanas de San José de Lyon seducidas por el amor de Cristo y habiendo dejado todo para seguirlo, encontramos nuestra unidad en la entrega gozosa y sin reserva al servicio de nuestros hermanos y hermanas".
(Constituciones 89)
Nuestra espiritualidad como Hermanas de San José tiene sus raíces en la de Jesús y se lleva a cabo continuamente en la Iglesia : "Que todos sean Uno" (Juan 17,21). Esta misión se vive gracias a una espiritualidad de relaciones : con Dios, con nosotras mismas, con todo ser humano y con toda la creación.
Un amor activo, que no excluye a nadie, nos anima a construir comunidades basadas en las relaciones, en todas partes, en donde vivimos y servimos.
"Que todos sean uno,
Como tú, Padre, en mí y yo en ti,
que ellos también sean uno en nosotros,
y el mundo conozca que tú me has enviado
y que yo les he amado a ellos como tú me has amado a mi".
(Jn. 17,21-23)
A partir de la contemplación de Jesús Eucaristía, el P. Médaille comunica su pensamiento marcando así el carácter particular y original del "Pequeño Proyecto": comunión y anonadamiento (modestia, sencillez, humildad, vividas ya sea individualmente, ya sea como Congregación).
La Eucaristía es el modelo y fuente de nuestro amor como Hermanas de San José de Lyon por Dios y por el prójimo.
Acogemos el don de la unidad, lo vivimos entre nosotras , en comunidades fraternas, y con el "querido prójimo" (Carta E. n°29).
"Las Hermanas de San José de Lyon en seguimiento de Cristo, estamos llamadas por el Espíritu a acoger el Amor Trinitario presente en el mundo y anunciarlo entre nosotras y entre todas las mujeres y los hombres". (Const. 3)
Las Congregaciones de las Hermanas de San José de Lyon tienen por misión: "tender a procurar la doble unión total de los hombres entre ellos y con Dios" (cf. Carta Eucarística. n° 29).
A través de la humildad, la escucha, el respeto al otro/a, la sencillez, la cordialidad, tratamos, ahí donde estamos, de tejer lazos para facilitar la reconciliación.
En la realidad de los diversos países donde nos encontramos el Espíritu Santo nos concede el don de vivir, en Iglesia, nuestra misión de comunión.
Nuestra misión de Hermanas de San José es siempre actual, en un mundo que tiene un deseo ardiente de amor y de justicia.
El carisma crece, evoluciona y toma forma a través del contexto de nuestra vida diaria.
"Qué gran privilegio nos reservará la misericordia divina, si somos escogidas, nosotras, instrumentos débiles e imperfectos, para contribuir a que, en la Iglesia, la unidad total de sus hijos, en Dios y con Dios, resplandezca de nuevo, como en los orígenes".
"En la Eucaristía Jesús es todo anonadamiento".
Y ésta es la voluntad de Dios para nosotros: ponemos a trabajar para fundar un Instituto que no cuente para nada con la lógica del prestigio, sino únicamente con la lógica del amor.
A los ojos del mundo el "Pequeño Proyecto" aparecerá como no siendo nada; no gozará de ninguna consideración para que no transpire ningún espejismo de falsa gloria.
A los ojos de Dios, la Congregación será siempre sencilla, pequeña y humilde, ante el mundo y ante sus propios ojos.
Lo que encuentro milagroso en este nuevo proyecto, es que no tiene un fundador prestigioso, ni ningún apoyo entre los pudientes de este mundo, ni casa que le sea propia. Está despojado de toda clase de seguridad...".
Para la vida interior el Padre Médaille escribe: "Sólo puedo decir: el Amor infinito de Dios, que está presente y que habita en nosotros, hace vivo, como una llama, todo ser de una creatura frágil y pobre. Así ella vivirá de la santidad de Dios, en lo infinito de su ser, todos los grados de plenitud que se puedan imaginar".
La Congregación del Pequeño Proyecto tiene que ser toda: HUMILDAD
La vida de cada miembro de la comunidad de ser toda: MODESTIA, DULZURA, RECTITUD, CORAZÓN PURO, toda impregnada de SENCILLEZ.
La pedagogía ignaciana pone a nuestra disposición medios para crecer en la fe y el amor.
La Espiritualidad Ignaciana es el encuentro del espíritu humano con el Espíritu de Dios, de modo que Dios hace su propuesta, y la persona humana responde al proyecto de Dios.
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